Ida Gramcko

Born 1924 in Puerto Cabello.  Studied philosophy at the Universidad Central de Venezuela and later taught there.  Ambassador to the Soviet Union (1948) and editor at the Caracas newspaper El Nacional (1943-1946).  Contributor to numerous periodicals and author of more than twenty books of poems, prose poems and plays; was awarded many prizes.  The best of her poetry is collected in La andanza y el hallazgo, 1972.  Some of the poetry collections are: El umbral, 1942; Cámara de cristal, 1944; La vara mágica, 1948; Poemas (1947-1952), 1952; Sol y soledades, 1966.  Salmos, 1968; Sonetos del origen, 1972Died in Caracas, 1994.

English Translation

RECUERDO

Recuerdo,
florecida en mi rama,
mi tronco movedizo en el invierno
con su fronda de plata
en el viento,
blanda y azul como un fantasma.
Y recuerdo
- ¿no es amor la nostalgia? -
aquel sopor de hielo
sobre la alcoba pálida
donde un día, lo recuerdo,
la enardecida llama
áscendió por mi cuerpo
como una hoguera subterránea.
  
Capullos del incendio,
florescencia escarlata
para mi fronda lívida de espectro
y mi tronco de nácar.
Me envolvió todo el fuego
a flor de carne y alma
y florecí de amor, en el silencio,
pura, encendida acacia.

 

Espantando los sueños
como espantando inmensas mariposas azules,
espantando la noche que hace andar los espectros
en desoladas cumbres,
abandonando almohadas en sonámbulos lechos,
almohadas que me alzaban al aire, como nubes,
camino hacia mi cuerpo,
como al claro de un bosque, como a un espejo dulce,
camino hacia la luna vegetal, mi cabello,
camino hacia la plantas de piel que me conducen.
Y cuando arribo y palpo las ramas y desciendo
a tocar las sombrías raíces que me nutren,
me azota una nostalgia salvaje como el viento,
estremece mis plantas, mis cabellos sacude.
Oigo voces nocturnas y violines de ciegos,
de ajados pergaminos se levanta un perfume
y un ángel en mis hombros quiere emprender el vuelo.
¿Hacia dónde?  ¡Quién sabe!  Ya se levanta y sube.
Alguien habla, en la tierra, vagamente, del cielo
y me cercan inmensas mariposas azules.

 

 

de CEMENTERIO JUDIO (PRAGA)

Una selva de pronto entre las manos.
Los ciervos quedan, los conejos quedan,
sólo las bestias familiares huyen.
Quedan los tigres, ámbitos abstractos
en un rayado enorme entre las yerbas,
y se escapan los pájaros azules
con jaula y todo hacia los cielos blancos.
Queda un pecado joven sin enmiendas,
un cambio entre las diáfanas costumbres.

La nueva cuna se descubre en lápida
que mece un canto maternal, terreno.
Maternidad primera y subterránea
labrando el fruto en el hervor del hueso,
madre cautiva y tutelar que engaña
cubriéndose el jardín con un desierto
de vida individual que luego salva
del hombre, del sepulcro y del espectro.
Madre profunda que los nombres cambia
y toca un surtidor en un cabello,
y dice lluvia cuando ve una lágrima
y llama rosa a lo que fue un cerebro.
Cuando yo digo: falta,
ella pronuncia: acervo.
Si un hombre besa rostros que se apagan,
besando está lo personal, lo muerto,
pero ella esquiva rostros como máscaras
y se dispone al infinito beso,
aquel que liga el coágulo y la savia
en primitivo y cálido concierto.
Recuérdate, palabra,
como eres, como estás, pulcra y redonda,
no el agua mas en agua y tras el agua
y con el agua sin más pie ni alfombra.


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